lunes, 5 de marzo de 2018

CUANDO SALTABA EN LOS CHARCOS.

A raiz de algo que me pasó el otro día que os comenté por facebook, le he estado dando vueltas a lo rápido que pasa el tiempo, y claro, no hay otra , mas que ponerse un poco melancólica.
 Y es que además, hoy es uno de esos días en los que empiezas a decaer un poquito, tras llevar unos días de inagotable positividad.
Estos días atrás era capaz de comerme el mundo de un solo mordisco. Capaz de cualquier cosa que fuese posible. Pero hoy, otra vez me encuentro arriba de la cuesta dejándome caer. Y de verdad que lo intento. Intento levantarme y acostarme con mi mejor sonrisa, pero hay días que cuesta, y mucho. Es un quiero y no puedo. Tantas cosas que me encantaría hacer , sueños por cumplir, metas por alcanzar... Y aquí sigo, sin hacer nada. Poniéndome obstáculos absurdos, cuando lo que realmente me pasa es que creo que no voy a ser capaz. Que no daré a basto, que no sabré ingeniármelas bien.
Y aquí es donde tanto echo de menos a esa niña que saltaba en los charcos. Que podía hacerlo todo sin importar nada. Cuando la inocencia te obliga a ser feliz sin más. Esa niña que con botas o sin ellas saltaba cada día tras la lluvia. Que a veces se mojaba, pero que le daba igual. Total, ¿es que acaso no se podía secar? Y cómo con el paso del tiempo todo lo importante deja de importar. Y aquí estamos, cuestionándonos día a día si somos mejores o peores, sin ver que tan solo debemos ser sin más. Que cada día de sol nos hará brillar, pero cada día de lluvia nos enseñará que no hay más remedio que mojarse. Aunque sea tan solo un poquito. Ya sabéis, por si aparece el arcoíris 🌈.
Y es que esa niña que saltaba en los charcos era inmensamente feliz. Por eso la echo tanto de menos.

Y después de todo, solo puedo pensar que qué pobrecitas las hijas de la señora. Que nunca supieron lo que es jugar en los charcos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario